Parece que la cultura de si funciona no lo toques, está mucho más arraigada de lo que nos gustaría creer, al menos en España. Muchas pequeñas empresas y autónomos llevan haciendo lo mismo durante años y prefieren seguir igual, aunque vean que, año tras año, sus ventas se resienten un poco o que pierden competitividad. No quieren afrontar el reto de cambiar, de buscar nuevas vías de venta o de digitalizarse. ¿Tenemos que estar entre la espada y la pared para salir de nuestra zona de confort e innovar?
Estamos en 2021 y, nos guste o no, competimos en un mercado global. El comercio de proximidad puede ganar visibilidad, puede facilitar las ventas a sus clientes a través de Internet. Mejor, si lo hacen empezando por no perder a los clientes tradicionales, haciendo que sus compras puedan ser más fáciles, que le ayuden al comprador a hacer más efectivo su tiempo. Y sí, aquí es donde entra Internet.
Porque el cliente no compra online porque no quiera bajar al negocio de su barrio a buscar un producto. Más bien es más práctico para la eficiencia de su tiempo, hacerlo desde delante de su ordenador o su teléfono móvil mientras viaja en el metro o cuando tiene un rato libre después de acostar a sus hijos. Además, puede visitar "varias tiendas" desde un mismo lugar.
Para un sólo negocio, (tanto si tiene local para venta directa al público o no) puede no ser rentable tener una página web con una tienda para mejorar sus ventas, ¿pero y si se juntan todos en un mercado digital?
El fregadero de la cocina no se atasca solo cuando está abierta la ferretería.
En muchos casos decides pedirlos y que llegue al día siguiente a casa o al trabajo, donde puedas recogerlo. No todo el mundo tiene tiempo para ir a la salida del trabajo a buscar la ferretería más próxima y ver si tienen o no el producto que necesitamos.
Si este paso lo podemos hacer desde Internet, mucho mejor. Lo busco, lo compro y al día siguiente lo recojo o me lo traen a casa, pero ya sé que lo tengo.
(cifras de aumento de compras en Internet en 2020-2021)
A partir de aquí, este ejemplo puede adaptarse a cualquier circunstancia, productos, experiencias, consultorías, viajes y muchas más.
Los comercios pueden incluso tener mejores ofertas que las que se puedan encontrar en las grandes plataformas. Pero ¿cuánto vale el tiempo de la persona? En ocasiones se prefiere pagar 1€ de más antes de perder 30 minutos en un recado. Y esto se está reflejando en los hábitos de consumo de una sociedad que tiene cada vez menos tiempo disponible.
Luego, que cada uno asuma una parte de los costes, en función del número de referencias que quiere incluir para vender, de las ventas que ha realizado, de si utiliza o no servicios de mensajería o si es más rentable contratar a nuestro propio mensajero para compartir entre todos los negocios.